El pasado 18 de octubre el Centro de Estudios Andaluces organizó en Málaga, en colaboración con las facultades de Derecho y Económicas de la UMA, la Jornada ‘
Repensar la crisis desde Andalucía’.
Un foro de reflexión dedicado a la crisis y sus efectos sobre la economía, la sociedad y la política en Andalucía y en España, desde la óptica múltiple e interdisciplinar de científicos sociales.
Ya se encuentran disponibles las ponencias en esta página web, que recogen las intervenciones de los siguientes expertos:
- Juan Torres López, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla;
- Enrique Gil Calvo, catedrático de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid;
- Luis Enrique Alonso Benito, catedrático de Sociología de la Universidad Autónoma de Madrid;
- Andrés Ortega Klein, editorialista y columnista de El País; y
- Joaquín Abellán García, catedrático de Ciencia Política de la Universidad Complutense de Madrid.
La ponencia ‘
Causas estructurales y respuestas alternativas a la crisis’ desarrollada por el catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla, Juan Torres, propone diez claves para entender los problemas que viene sufriendo la economía española en el contexto de la actual crisis internacional.
A su juicio, para poder dar respuestas eficaces a la crisis es fundamental:
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Partir de un diagnóstico lo más acertado posible de sus causas, no sólo de las más inmediatas sino de las estructurales, es decir, de las que tienen relación con los procesos socioeconómicos más profundos, con las variables enraizadas en lo más hondo de las relaciones económicas y que, precisamente por eso, suelen quedar más ocultas al análisis que se necesita para poner en marcha las soluciones políticas”.
Entre las claves que el catedrático señala, por ejemplo, se encuentra la idea de que la actual crisis es una más de las de alrededor de la 130 crisis que se han producido desde los años setenta hasta ahora; aunque singular por su magnitud y extensión debido al incremento de la desigualdad y el desorbitado aumento de la deuda asociada a la expansión de la actividad especulativa.
Denuncia, además, la desregulación financiera, la falta de disciplina, de vigilancia por parte de los supervisores y la complicidad de ciertos poderes públicos con los intereses de la banca privada internacional, así como la ineficacia de las políticas de los gobiernos frente a la crisis, incapaces de poner un auténtico plan de estímulo de las economías.
En su argumentación expone también la reconversión de la deuda privada en deuda pública e incide en la idea de que España posee más capacidad de maniobra frente a las presiones europeas, además de ofrecer propuestas alternativas para crear empleo y bienestar social.
Su argumentación finaliza con una cuestión elemental que, según Torres, se quiere ocultar: “los problemas económicos no tienen soluciones técnicas, sino políticas”.
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El deterioro de la situación económica de España, o de Europa en general, no es el resultado de que no existan soluciones alternativas sino de que se ha debilitado tanto la democracia que es imposible que se impongan las que desea la mayoría de la población y que, en su lugar, se apliquen las políticas que solo benefician a una parte muy minoritaria, cuyo bienestar y riqueza es ajeno a la estabilidad económica y a la buena marcha general de los asuntos económicos”, concluye.
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La política de la intimidación punitiva’ es el título de siguiente ponencia firmada por el catedrático de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, Enrique Gil Calvo. Se detiene a explicar cómo, en la gestión de la crisis, se ha ido imponiendo en España y en Europa estrategias de castigo en forma de políticas restrictivas y de austeridad que afectan y culpan al conjunto de la ciudadanía.
En su argumentación distingue tres variedades de intimidación:
1. La intimidación punitiva, que infunde temor al castigo por el pretérito daño causado;
2. La intimidación terapéutica, que administra el miedo a los males del presente; y
3. La intimidación preventiva, que pretende vacunar contra los riesgos futuros.
Gil Calvo aplica estas tres tipologías a la situación de crisis actual alertando de las consecuencias morales de las mismas:
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Si bien la intimidación punitiva es a la vez causa y efecto de la xenofobia, entendida como odio y temor a los otros, la intimidación preventiva, en cambio, genera endofobia y autofobia. La endofobia es el odio y el miedo a los nuestros: el gobierno, la clase política. Y la autofobia es el miedo y el odio a nosotros mismos: el pueblo, la ciudadanía”.
De esta forma, concluye que:
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Culpabilizar al nosotros colectivo como principal responsable de la depresión social y económica no sólo nos hace sentirnos avergonzados de nosotros mismos, rebajando y degradando nuestra autoestima colectiva, sino que además nos conduce a la desmoralización, el sometimiento y la impotencia, anulando las escasas reservas restantes de capital social y confianza cívica. Justo lo peor que nos podía pasar cuando debemos intensificar los esfuerzos colectivos para sobreponernos a la crisis recesiva desatada por la austeridad gubernamental que nos imponen, luchando contra ella para tratar de superarla aminorando cuanto se pueda sus peores daños irreparables. Y para eso hace falta voluntad, decisión, solidaridad, espíritu de equipo y capacidad”
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Luis Enrique Alonso Benito, catedrático de Sociología de la Universidad Autónoma de Madrid, traza en su ponencia cómo se ha configurado la crisis de la ciudadanía laboral y la desestructuración de las formas del empleo.
Una era de fragmentación, de precarización como norma, en el que:
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El mercado vive el esplendor del trabajo inestable, con cambios permanentes de ocupación y utilizaciones ambiguas o directamente fraudulentas de las disposiciones normativas y contractuales, todo ello circunscribiendo un mercado "balcanizado", institucionalmente desorganizado y generador de riesgos sociales permanentes (desempleo, exclusión social, "desafiliación" o nueva pobreza como pérdida de las relaciones estables con la sociedad) que el individuo capaz, debe saber internalizar y gestionar, por sí mismo, en una aceleración de su disponibilidad y adaptabilidad a las exigencias del nuevo y cambiante mundo del trabajo”.
En su ponencia titulada ‘La crisis de la norma social del empleo: entre la estabilidad imaginada y la nueva pobreza’, Alonso Benito apuesta por un necesario enfoque social, que evite las actuales desigualdades del mercado laboral.
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Parece, más bien, que sólo un conjunto de incentivos institucionales diseñados poniendo en primer lugar y como objetivo principal -y no en el habitual y nominal objetivo secundario- un programa coherente de acciones sociales, puede controlar la tendencia inherente de los mercados a devorar sus bases sociales y morales”
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La ponencia ‘
España: un caso de fallo de país’, del columnista de El País Andrés Ortega Klein, estructura su contenido en tres grandes bloques.
En primer lugar expone las causas de la crisis, o “fallos” como los denomina el autor; a continuación establece los efectos, relacionados fundamentalmente con el aumento de la desigualdad, el desmoronamiento de las clases medias, la desmoralización e incluso las tensiones territoriales; y finaliza con una serie de:
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Propuestas de políticas a desarrollar para lograr un nuevo modelo productivo y reformar la política”.
Entre ellas se encuentran: desbloquear la economía, federalizar el Estado y reformar la Constitución, democratizar la política, actualizar el Estado del Bienestar, establecer una política industrial, generar un cambio de mentalidad y desarrollar avances en Europa en aspectos fiscales, económicos y bancarios.
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Por último, la ponencia ‘
¿Se puede reinventar la política?’ del catedrático de Ciencia Política de la Universidad Complutense de Madrid, Joaquín Abellán García presenta un conjunto de observaciones sobre el fenómeno de la pérdida del papel director del Estado y sobre la necesidad de entender la política en unos términos más amplios que los tenidos en cuenta en los esquemas analíticos de la ciencia política dominante o en la práctica correspondiente al modelo de la democracia liberal.
Entre las consecuencias de esta nueva “recuperación o reinvención” de la política, Abellán destaca:
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El necesario incremento de la cooperación de los ciudadanos, llevando éstos su participación, además de a las instituciones de la democracia representativa, a otros ámbitos y niveles de decisión de la sociedad civil. De esta manera se podrá completar el sistema democrático representativo, que está mostrando su necesidad de ser perfeccionado”.